viernes, 8 de agosto de 2014

“La atención a los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales”


Autor: Sofía Fuentes G


Referencia
Galan, M. y Echeita, G. (2011). La atención a los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales. En Martín, E. y Mauri, T, Orientación educativa. Atención a la diversidad y educación inclusiva (pp. 107-126) Barcelona: Graó
Síntesis
Los autores comienzan el capitulo intentando explicar el origen y posterior desarrollo del concepto “necesidades educativas especiales” (n.e.e) para así finalmente proponer una visión crítica con respecto a éste. Es así como relatan que durante la primera mitad del siglo XX, los alumnos que presentaban ciertas dificultades en el aprendizaje eran considerados como personas con déficits endógenos, lo cual traía consigo la consideración de que  éstos eran incurables. Luego, durante la segunda mitad del mismo siglo tales concepciones comenzaron a ser modificadas gracias al auge de la corriente ambientalista, la cual propuso que el aprendizaje era posible en todo ser humano, ya que la conducta era en gran parte condicionada por el entorno. Aun así, se mantenía la idea de que quienes presentaban dificultades en su aprendizaje poseían ciertas deficiencias endógenas, que solo podían ser parcialmente modificables, lo cual trajo una vez más aislamiento y discriminación hacia tales alumnos.

Es en el año 1978, gracias a la publicación del informe Warnock, que se comienza a cambiar la concepción con respecto a la educación especial. Entre los aspectos más relevantes expuestos en tal informe, se encuentra la idea de que los fines de la educación son iguales para todos los alumnos y que por ende, las necesidades educativas hacen referencia a las ayudas necesarias para alcanzar tales fines. A la base de estas nuevas consideraciones estaban los resultados de investigaciones sobre el desarrollo humano, los cuales ponían de manifiesto que tal desarrollo era el producto de las interacciones establecidas entre el sujeto y el ambiente social y físico que lo rodea, dando origen a la idea de que sería posible una intervención que optimizara tal interacción a través de una acción educativa planificada y explícita. Lo anterior desplazó la preocupación de la intervención educativa desde los posibles déficits del alumnado hacia el trabajo realizado por el profesorado. Es así como en la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Necesidades Educativas Especiales, realizada en Salamanca en el año 1994 se termina por consagrar el concepto de n.e.e. Con tal término se intentaba dar una mayor atención a la vulnerabilidad de ciertos alumnos, propiciando así un aprendizaje de calidad para todos.

En base a lo expuesto anteriormente, los autores del presente capítulo plantean que en la actualidad se continua enmarcando a los alumnos con n.e.e en un marco de exclusión y marginación educativa, ya que continua haciendo una división entre alumnos normales y los no tan normales, además de desviar el foco de atención hacia los aspectos individuales en vez de preocuparse de las políticas, valores y procesos educativos, que según los autores, al ser llevados a cabo de manera deficiente son los que mantienen la desventaja y exclusión de muchos alumnos. Es por esto que Galan y Echeita afirman que el término de n.e.e  debería ser reemplazado, por ejemplo, por el de “barreras al aprendizaje y participación” propuesto por Booth, y Ainscow, (2002). Tal término permitiría poner el acento en una acción educativa y orientadora, cuyo foco de atención este puesto en la planificación, implementación y evaluación de las ayudas pedagógicas que requiere el alumnado.

Es así como se  plantea que una de las principales tareas de los orientadores es sacar a la luz las barreras para el aprendizaje, la presencia y la participación, presentes en la cultura de los centros escolares, en sus procesos de planificación, así como también en las prácticas de su profesorado. Para esto, los orientadores deben llevar a cabo un análisis en conjunto a la comunidad educativa, el alumno y su familia, con el fin de construir  las adaptaciones consideradas pertinentes, ya sean  globales o individualizadas, respondiendo siempre a las necesidades del alumnado, para que finalmente éste consiga las competencias básicas que pretenden los objetivos generales de cada etapa educativa.

Comentario
La visión crítica expuesta por Galan y Echeita con respecto al concepto de n.e.e permite comprender que solo desde un modelo social de las dificultades de aprendizaje y discapacidad se podrán implementar pautas de acción que verdaderamente logren alcanzar mayores niveles de inclusión educativa y atención a la diversidad.
Citas textuales
 “Consideramos que el enfoque con que se asocia (el concepto de necesidades educativas especiales) tiene limitaciones como modelo para resolver las dificultades educativas y puede ser una barrera para el desarrollo de prácticas inclusivas en los centros educativos, ya que, al “etiquetar” a un alumno con NEE, puede generar expectativas más bajas por parte de los docentes, y además esta práctica se  centra en
las dificultades que experimentan los alumnos que están “etiquetados”, lo que puede desviar la atención de las dificultades experimentadas por otros alumnos” (Booth y Ainscow,2002, en Galan y Echeita, 2011, p. 11-12)

“Las actuaciones del orientador al respecto son por lo tanto, de suma
importancia (…). Estas actuaciones  han de centrarse, primero, en construir un compromiso compartido entre todos los que tienen responsabilidad sobre el aprendizaje de este alumnado (…)y observar el trabajo que allí se realiza, mostrando a continuación su  disponibilidad sincera para compartir sus análisis con vistas a las adaptaciones que puedan ser pertinentes” (p.16)

“tales adaptaciones sólo encuentran un marco apropiado y llegan a tener sentido cuando se llevan a cabo después o al unísono de una intervención más sistémica y global (…) se han de elaborar con el compromiso compartido del profesorado implicado (coordinador por el tutor responsable final del mismo), de los profesores de apoyo, de los orientadores y de la familia, así como con la participación del propio alumno” (p.17).

“es necesario que las decisiones en cada área se articulen, desde un análisis transversal de las mismas, de forma que se asegure lo esencial y funcional para que los alumnos con adaptaciones en su currículo puedan conseguir las competencias básicas que pretenden los objetivos
generales de cada etapa.” (p.18)
 



Departamento de Psicología
FACSO
Universidad de Chile

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