Como ha sido posible apreciar,el juego libre como el juego guiado estarían vinculados al desarrollo social y académico de los menores. Es así como se ha encontrado que los niños en edad primaria que disfrutan del juego libre durante los descansos vuelven al salón de clases más atentos y tienen un mejor desempeño en lectura y matemáticas. Por otro lado, el juego físico también ha sido asociado con áreas de desarrollo del cerebro, como los lóbulos frontales, los cuales son responsables del control cognitivo y comportamental. De hecho un estudio reciente usó el juego guiado para ayudar a los niños en edad preescolar . A través de esta metodología las habilidades de la función ejecutiva (atención, resolución de problemas e inhibición) alimentadas en las condiciones de juego guiado,se relacionaron con mejoras en el desempeño en matemáticas y lectura (Hirsh-Pasek y Milchnick, 2011).
Es así como académicamente el juego se encontraría relacionado a la lectura y a las matemáticas, como también a importantes procesos de aprendizaje que alimentan estas competencias. En este sentido, hay estudios que conectan el juego a la lectoescritura al lenguaje y a las matemáticas. Por ejemplo, el juego de un niño de 4 años –en forma de juegos de rimas, hacer listas de compras y “leer” libros a animales de peluche- predice el aprendizaje tanto de lenguaje como de lectura. Se ha encontrado que los niños demuestran sus habilidades de lenguaje más avanzadas durante el juego, y que estas habilidades están relacionadas con la lectoescritura emergente (Hirsh-Pasek y Milchnick, 2011).

En función de lo expuesto anteriormente, es sorprendente que el juego haya sido devaluado en nuestra cultura, lo cual sólo puede ser explicado a partir del desconocimiento de la relación existente entre juego y aprendizaje obtenido por los menores durante la edad escolar.
Referencias
Hirsh-Pasek, K. y Milchnick, R. (2011). Por qué juego= Aprendizaje. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia: EE.UU.
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